La respuesta es no. En 2005, cincuenta países islámicos se reunieron y firmaron la Declaración de Rabar en contra de la MGF (Mutilación Genital Femenina). En esta declaración los eruditos musulmanes reconocen que no existe ninguna base islámica para sostener esta cruel práctica. Sin embargo, la ablación de clítoris se continúa practicando en numerosos lugares del mundo, sobre todo en el continente africano, y se calcula que la sufren unas 130 millones de niñas. En muchos países existe la creencia de que la mujer debe ser genitalmente mutilada para evitar que obtenga placer sexual, lo que podría llevarla a desear a otros hombres. Es habitual que las niñas fallezcan durante la operación y, además, están expuestas a mayores riesgos. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, las que han sido mutiladas tienen más posibilidades de fallecer durante un parto.[1]
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